Anoche se disputó un partido amistoso entre "El Equipo de Todos" y la selección de Venezuela, con un empate sin goles. En muchas oportunidades nuestro equipo tuvo la oportunidad clara de romper esta paridad y anotar un par de goles "cantados", como se dice por ahí. El delantero solo frente al arquero rival... justo patea mal. Mi impresión es que desde los comienzos de nuestra "aperrada" cultura chilena, el éxito ha sido algo que alcanzamos con mucho esfuerzo y cuando nos vemos enfrentados a una oportunidad tan fácil debido a un esquema de trabajo distinto que nos permite obtener balones con gran ventaja de manera eficiente, sin tanto luchar, no sabemos cómo resolver. Es como si nos costara aceptar el triunfo sin la acostumbrada "garra", esa fuerza de flaqueza, como si no mereciéramos triunfar de manera tan fácil. Como una falta de fe en nuestro juego, nuestro equipo o en la oportunidad fortuita.
Pues bien, me doy cuenta de que en el ámbito espiritual ocurre algo parecido, porque por una parte Dios nos ofrece total perdón al haberse entregado a sí mismo por nosotros, total aceptación aún con nuestras faltas, sin embargo no la creemos y en vez de aceptar su gracia, pensamos que debemos pagar de alguna manera, como si nuestra justicia pudiera lograr algún mérito delante de Dios. Eso es más parecido a la esclavitud. Tal vez "El Equipo de Todos" nos represente más allá del sentido deportivo. Tal vez habla más de nosotros de lo que pensamos. Quizá debiéramos campeonar con paz y gozo, con libertad y vida abundante. Quizá debiéramos dejar de castigarnos y tomar las oportunidades de victoria que tenemos en la vida con más fe, teniendo la certeza de que todo lo bueno viene de parte de Dios y por lo tanto, no se nos puede pasar de largo.
Pues bien, me doy cuenta de que en el ámbito espiritual ocurre algo parecido, porque por una parte Dios nos ofrece total perdón al haberse entregado a sí mismo por nosotros, total aceptación aún con nuestras faltas, sin embargo no la creemos y en vez de aceptar su gracia, pensamos que debemos pagar de alguna manera, como si nuestra justicia pudiera lograr algún mérito delante de Dios. Eso es más parecido a la esclavitud. Tal vez "El Equipo de Todos" nos represente más allá del sentido deportivo. Tal vez habla más de nosotros de lo que pensamos. Quizá debiéramos campeonar con paz y gozo, con libertad y vida abundante. Quizá debiéramos dejar de castigarnos y tomar las oportunidades de victoria que tenemos en la vida con más fe, teniendo la certeza de que todo lo bueno viene de parte de Dios y por lo tanto, no se nos puede pasar de largo.